El verano es, para muchas personas, sinónimo de descanso, ocio, libertad y tiempo al aire libre. Pero para quienes conviven con un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), puede convertirse en una época especialmente vulnerable, exigente y emocionalmente desafiante.
¿Por qué el verano puede ser una etapa difícil en los TCA?
El aumento de la exposición corporal, el cambio en las rutinas alimentarias, los comentarios sociales sobre el físico o la presión de “verse bien” pueden activar o intensificar síntomas, generar más ansiedad y reforzar dinámicas de control o evitación.
No siempre se ve desde fuera, pero la lucha interna se intensifica.
Algunas realidades frecuentes (y silenciosas) en verano:
- Comer fuera de casa con más frecuencia puede generar una sensación de pérdida de control.
- Los cuerpos se exponen más… y también el juicio sobre ellos.
- Las comparaciones en redes sociales aumentan.
- La flexibilidad del verano puede chocar con la rigidez mental que imponen muchos TCA.
- La presión por «disfrutar las vacaciones» puede generar frustración o culpa si no se logra.
¿Qué puede ayudar durante el verano?
1. Mantener el acompañamiento terapéutico (si ya existe)
El trabajo psicológico no se interrumpe cuando llega el calor. Al contrario: puede ser un sostén clave para atravesar estos meses con más calma.
2. Priorizar el autocuidado emocional (más allá de la comida o el cuerpo)
Descansar, decir no, elegir entornos seguros, rodearse de personas que no reduzcan el verano a un cuerpo o una talla.
3. Evitar la sobreexposición a redes sociales y contenido que promueva la cultura de la delgadez
No es el momento de hacer “operaciones bikini”, retos detox ni dietas milagro. Es el momento de cuidar la salud mental y emocional.
4. Pedir ayuda si el malestar aumenta
Los TCA pueden volverse más invisibles en verano, pero siguen ahí. Hablar, compartir, pedir apoyo profesional es un acto de valentía.
Si acompañas a alguien con TCA, también hay cosas que puedes hacer:
- No comentes sobre su cuerpo, ni para bien ni para mal.
- No hables de tu dieta ni de “haber comido demasiado”.
- Ofrece presencia, no presión.
- Recuerda que no es un problema de “voluntad” ni “capricho”: es un trastorno psicológico complejo que necesita comprensión y tratamiento.
El verano también puede ser un espacio de reparación
Sí, es posible vivir un verano distinto. Más libre. Más suave. Más respetuoso con el cuerpo y con la mente.
No tiene por qué ser perfecto, pero puede ser un paso más hacia la recuperación.
Si estás en este proceso, no estás sola/o.
El tratamiento y el acompañamiento especializado marcan la diferencia.
Si sientes que este verano está siendo difícil, podemos hablar. Acompañarte también en esta estación es posible.
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