Seleccionar página

Se acaba el verano y, con él, llega septiembre.
Ese mes que huele a cuadernos nuevos, a cambios pendientes y a “este año sí que sí”.

Pero… ¿y si este septiembre no necesitas una lista de 15 propósitos? ¿Y si no se trata de empezar de cero, sino de volver a ti, con calma?

El síndrome del “nuevo curso”

En septiembre muchas personas sienten una mezcla entre motivación y ansiedad.
Queremos cambiar rutinas, organizarnos mejor, cuidarnos más, dejar hábitos, hacer más deporte, tener más tiempo libre, mejorar vínculos…

¿El problema? A veces nos hacemos listas inabarcables, poco realistas o movidas por la autoexigencia.

Y al no cumplirlas, volvemos a sentirnos frustrados.

Claves para unos propósitos más amables (y sostenibles)

1. No empieces desde la carencia, empieza desde el cuidado

Hazte esta pregunta: ¿Qué necesito de verdad este mes?
Quizá no sea hacer más cosas, sino hacer menos pero con más intención.

2. Menos “tengo que”, más “elijo”

Revisá tus propósitos. ¿Son para gustar más, rendir más, encajar más… o para estar mejor contigo?

“Voy al gimnasio porque me siento bien después”
suena diferente a
“Voy porque odio cómo me veo”.

3. Empieza por lo pequeño

Pequeños cambios sostenidos valen más que grandes promesas que se caen en dos semanas.
Un hábito a la vez. Un ajuste realista. Un sí consciente.

4. No hace falta reinventarte, solo reconectar

Septiembre no es una carrera.
Es un buen momento para reconectar con lo que te da sentido, con tus valores, con lo que te ayuda a estar en equilibrio.

5. Y si la vuelta está siendo dura… pide ayuda

Es normal que cueste al principio retomar la rutina, pero si ese malestar debe desaparecer.

Señales que deben hacer que se activen nuestras alarmas:

  • Alteraciones del sueño (dificultad para conciliar el sueño o despertares frecuentes)
  • Cansancio físico y mental persistente
  • Irritabilidad, mal humor o reacciones desproporcionadas
  • Tristeza sin causa aparente
  • Dificultad para concentrarse o tomar decisiones
  • Falta de motivación o apatía frente a tareas cotidianas
  •  Sensación de desborde o falta de control
  • Dolores musculares o cefaleas tensionales (sintomatología psicosomática)
  • Aumento de pensamientos negativos o catastrofistas ante la vuelta al trabajo o responsabilidades

No tienes que poder con todo.
Volver a la rutina también puede remover muchas emociones: tristeza, vacío, ansiedad, irritabilidad.
La terapia puede ser un espacio para comprender lo que te pasa y cuidar de ti con acompañamiento profesional.

Screenshot

 Este septiembre, no te propongas cambiarlo todo.

Propónte tratarte mejor. Y verás cómo todo lo demás empieza a colocarse desde ahí.

¿Te está costando la vuelta? ¿Te abruma la lista de «deberías»?
Podemos trabajar juntas/os para que este nuevo ciclo sea más consciente, más real… y más tuyo.

Abrir chat
¡Hola! ¿En qué podemos ayudarte?